PIEDRA, PAPEL O TIJERA
Todavía recuerdo aquellas tardes de lluvia, en las que nuestra madre no nos dejaba salir a mis hermanos y a mí a jugar con los demás niños del barrio. Por desgracia fueron muchas, matábamos el aburrimiento jugando entre nosotros al mítico juego de piedra, papel o tijera, en el cual era toda una campeona. Mis hermanos siempre se quejaban de que les ganaba, ¡no lo se quizá era suerte!
-CASA DE JULY-
Suena el teléfono y me despierto sobresaltada. Hacia unos minutos que me había quedado dormida en el sofá.
-July-
Si, ¿dígame?
-Voz de la madre-
July hija, ¿sabes algo de tus hermanos?
-July-
No, ¿pasa algo mama?
-Voz de la madre-
Estoy muy preocupada, tus hermanos se fueron de acampada el fin de semana pasado, ya han pasado diez días, y no dan señales de vida.
-July-
No te preocupes mama ya sabes como son, siempre de juerga y conociendo mundo.
-Voz de la madre- entre lágrimas-
No hija, esta vez tengo un mal presentimiento, diez días son muchos, ellos siempre me llamaban, aunque solo fuera una vez.
-July-
Tranquila mama ¡centrate!
¿Sabes a donde iban?
-Voz de la madre-
Bueno, me comentaron que irían a unos bosques muy cercanos a un pueblo llamado Silent Hill.
-July-
¿Has llamado a la policía?
-Voz de la madre-
Si, me han dicho que lo están investigando y que cuando tengan algo me avisarían, pero de momento nada.
-July-
No te preocupes, hoy tengo el día libre, me acercare a Silent Hill, igual los han visto por allí.
-Voz de la madre-
Muchas gracias hija mía, cuando sepas algo, llámame inmediatamente.
-July-
¡Que si mama! Cuando me entere de algo.
Me vestí como un rayo y salí de la casa sin ni siquiera lavarme los dientes.
-COCHE DE JULY-
Nada mas entrar en el, lo primero que hice fue consultar el mapa de carreteras, como me esperaba se encontraba relativamente cerca, me puse en marcha, mientras conducía me puse a pensar en lo gilipollas que eran mis hermanos y los tacos que saldrían por mi boca en cuanto me los echara a la cara.
En un suspiro me encontré frente a un gran cartel que decía “Bienvenidos a Silent Hill”.
El coche se paro en seco, y tras varios intentos inútiles de arrancado, desistí, salí del coche y empecé a caminar…
-SILENT HILL-
Lo que más me llamo la atención de ese sitio, era su espesa niebla, la cual no te dejaba ver a más de un palmo, acompañada de esa tupida ceniza que te manchaba la ropa…
Tras varios minutos caminando y sin encontrarme con nadie… ¡grite!
-July-
¿Hay alguien ahí?
Pero “silencio” fue quien respondió. Camine y camine por Bradby St hasta llegar a una especie de colegio bastante castigado por lo años.
-Voces-
No entres July… márchate de aquí, ¡este juego no lo puedes ganar!
Esas voces eran conocidas, no cabía duda pero… ¿eran mis hermanos? ¿Qué hacían allí?
-July-
¿Sam, Robert sois vosotros?
Al final me arme de valor y me decidí a entrar.
-COLEGIO-
El lugar era viejo y lúgubre, lleno de polvo hasta su último recoveco.
¡Las voces! ¿Otra vez? pero son familiares y distintas a la vez, ¿niños? no puede ser.
Subí por una vieja escalera de caracol echa de madera, la cual rechinaba por cada uno de mis pasos…llegue a una gran puerta con varios números encima, los cuales no pude concretar por su mal estado, la abrí y avance hasta el centro de la habitación contemplando el mal estado de los pupitres y sillas.
Algo llamo mi atención… a mi derecha pude ver a mis hermanos, llorando, suplicando…
-Voces-
Por favor vete de aquí, te lo suplicamos.
-July-
Chicos, por fin os encuentro.
Otras voces me llamaban a mi izquierda
-Voces de niños-
Por favor July, ¡juega con nosotros!
Enseguida me percate a que juego se referían, el juego con el que mis hermanos y yo matábamos las tardes de lluvia.
Me acerque a ellos preparada y…
-July y niños-
¡Piedra, papel o tijera!
Maldita suerte, dos piedras contra mi tijera. Había perdido ¡como es posible!
Mire hacia atrás y vi agonizar de pena y dolor a la versión adulta de mis hermanos y en un instante desaparecieron.
Mire hacia delante y los niños simplemente se rieron.
Enseguida lo entendí todo.
La oscuridad lo invadió todo, mi cuerpo, mi alma… se encontraban prisioneras en unos barrotes de oscuridad.
Que irónica es la vida, para una vez que pierdo… y lo pierdo todo.
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